No sucederle más al mundo,
eso es todo, no hay sobras
ni derroches, miradas
terminales para renunciar
al latido, decaer hacia
lo amniótico, sorprenderse
en reversa y casi histéricamente
sonreír de irreversibilidad,
consumir el único minuto,
podrir la proyección ciega
entre desdenes agobiantes,
conseguir un espacio bajo tierra,
sangrar los dedos, los deditos
y los órganos, suculentamente
lento desnudo entre los ámbitos,
irreconocible entre los dioses,
saludable y hostil para la
detención y la demora;
carcomerte y carcomerte
con mi saliva, beber tu
saliva, gozar tu saliva,
escupir entre las burlas del
dolor, salir de la
existencia como un sol,
y no sucederle más al mundo
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